domingo, 15 de agosto de 2010

Diez minutos rojos...

Es verdad que para la humanidad, no exsite posición geográfica cuando se trata de dolor, al sobreponerse, mirar adelante y reconciliarse con la vida, se puede encontrar la forma de asumir nuestra existencia y nuestro propósito.

Sin cruzar el océano, aquí mismo nos llegamos a asombrar ante lo que creemos comprender, o ver en nuestra realidad reflejada, valores humanos sublimes como la dignidad, bondad, misericordia, que saltan y se identifican en otra gota de agua mas lejana...

Nos sentamos asombrados y decimos:

¡Pobrecitos los del otro lado del mundo...
Que tienen frío!
Que tienen sed,
que perdieron sus casas,
que están enfermos.


Porque no queremos
porque no podemos mirar,

Esta tremenda mordida que tenemos
sangrando en el costado...


Porque yo no quiero pensar,
que a diez minutos rojos estuve,
y por una ala suspendida,
detenida.
Resguardada y salvada de quedar,
cual mariposa en la noche,
incencendiada por un fuego cruzado.

En diez minutos de mi tiempo suspendidos,
en la calle la violencia transcurría,
y rojo edredón quedo en el asfalto
arropando a quince cuerpos tendidos,
en el camino a casa y mi paso obligado.

Con ojos cerrados aun puedo mirar,
sus caritas de niños que duermen...


 Mientras yo duermo...
Sujetando con fuerza aquella ala,
protegida me permito soñar...
sabiendo que la humanidad,
donde quiera que este,.
palpita con el mismo ritmo vital.

lunes, 19 de julio de 2010

En mi mar...

A mi mar acostumbro venir
porque es tan bueno ahí la tristeza dejar
con la mirada en la distancia verla partir
entre reflejos de olas que cantan,
y jugando me quieren mojar.

Ahi mismo, descanso mi mirar,
le entrego mi pesar.

y el mar se lo lleva...
para volver,
y con una ola mis pies besar

con mis dedos sumergidos,
la espuma acaricio
y lloro.
El mar mi llanto tomó
y con una ola, mis labios tocó.

Con más lágrimas,
le hablo de ti,
susurro tu nombre...

y de lo profundo...
en medio de un rugido,
lo estrella en mi cara,
entre espuma furiosa,
 con caracolas vacías,
ancestrales, rancias amarguras...

Si, lloré por ti,
pero tú,
no mereces estar en este mar...